Hora de almuerzo, al fin. Había estado de aquí para allá toda la mañana, subiendo y bajando documentos, hasta se podría decir que había estado "trabajando". Antes de ir a comprar mi suculento arroz chaufa con sopa wantan, me detuvo el supervisor del área de Marketing para solicitar un proceso de selección para un diseñador gráfico. Me mordí la lengua para no responder que, de haber sido más decididos hace tres meses, ya tendrían uno. Sin embargo, como soy tan mentira eficiente, no es verdad le dije que no se preocupe, deberían despedirme que lo haría. no hago un carajo
¿Ya es hora de comer?
Regresé con mi almuerzo y me dispuse a comer mientras revisaba con pereza los mails que llegaban. Al dar click al siguiente, la cucharada de sopa que me metí a la boca (sin haberla soplado) me quemó las entrañas. En ese mail, la única respuesta que había era un "Qué carajo?".
¿quién chucha responde un mail de trabajo de esa manera?
Volví a leerlo, tratando de encontrar pista alguna de qué carajo estaba pasando cuando vi quién lo enviaba. Y, en efecto, era ella.
Las coincidencias eran demasiadas para dejarlas pasar.
Respondí el mail, esperando no cortar la comunicación. Por suerte, ella siguió respondiendo y yo haciendo un mal uso de las herramientas de trabajo (por un momento, pensé en enviarme un memorándum) al continuar la conversación. No hablamos de la vida pero deslicé la idea de juntarnos a conversar. Era una idea un tanto extraña para quienes no se habían visto en siete años (y no tenían deseos de hacerlo, por la agresividad de sus respuestas) pero igual lo hice.
Mientras esperaba sus respuestas, miles de preguntas rondaban mi mente: ¿qué me motivó a responderle el mail?, ¿qué la motivó a mandarme un mail en primer lugar?, ¿qué pasaría en ese encuentro?, ¿nos agarraríamos a golpes o tendríamos una conversación civilizada sobre las mentiras y desengaños de nuestra adolescencia?, ¿entendería, por fin, a qué se debió tanto odio?, why can't be all be friendssss... ¿qué diablos con mi mente y sus preguntas cojudas?
déjate de mariconadas, oye
Mi jefa regañaba acerca de haberme tomado dos horas en terminar mi almuerzo y mi compañero juraba que me había dado cuenta de la torre de pruebas que tenía que corregir pero no me importaba nada. El mail con su respuesta definitiva había llegado.
Click.